Aun cuando dejé de militar en RD antes de constituirse en partido fui parte de la comisión que redactó el siguiente documento que aquí público íntegro y me tocó exponer a finales de 2014 en el congreso ideológico el contenido de este documento.
Quo Vadis RD
Desde el Crisis
Participación...a la Revolución Democrática
(Aporte de la
Comisión de Participación Ciudadana al Congreso Ideológico de Revolución Democrática)
"Instrúyanse, porque tendremos necesidad de
toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro
entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza." Antonio Gramsci
PRESENTACIÓN
El documento que presentamos, tiene por objetivo entregar
una visión de cómo asumir, entender y posicionarnos como movimiento político,
respecto del tema de la participación ciudadana, dándonos un rasgo distintivo
como actores políticos, en torno este tema y en nuestras definiciones
ideológicas, en torno a nuestra acción política interna, nuestro accionar
político en el colectivo social o en función de, por ejemplo, uno de los
grandes desafíos de participación que tendrá Chile en los próximos años, en
proceso tan relevantes para nuestra nueva democracia, como lo debe ser el
impulso a una Asamblea Constituyente.
Nuestro aporte consiste, en proponer de manera directa, una
serie de enfoques básicos, a ser discutidos al interior del Movimiento en el
marco del proceso de nuestro Congreso Ideológico.
Nuestra principal inspiración , esta dado, por la
creencia de que la participación ciudadana, entendiéndola como un principio o
un valor político, que debe orientar nuestra acción política, en el desarrollo
de los múltiples ámbitos del quehacer soberano y ciudadano, y en el trabajo e
impulso que demos y aportemos al desarrollo de nuestros espacios sociales,
locales e institucionales, reflejando en nuestro actuar político, nuestro
convencimiento, trasuntado en nuestras propuestas, de que asumimos a la participación ciudadana, como un derecho
soberano fundamental y un prerrequisito esencial para el ejercicio de otros
derechos. Lo anterior expresado en diversos mecanismos que permitan el accionar
de los soberanos y de los ciudadanos, en la esfera de lo público, lo social, lo
comunitario y, por qué no, también en el mundo de lo privado.
De igual forma, parte de la motivación central de nuestro
escrito, se basa en lo que entendemos como una responsabilidad política
ineludible, respecto de la necesidad de reflexionar desde nuestra experiencia
concreta como Movimiento Político, desde nuestra praxis, en donde estimamos que
nuestro devenir cotidiano ha expresado nítidamente el reflejo de lo que ocurre
con la sociedad en su conjunto, respecto de la crisis de participación, que
genera desafección de parte de los soberanos, la abstención de los ciudadanos
en los procesos de participación representativa, la falta de credibilidad en
las instituciones del quehacer democrático y por ende el debilitamiento
creciente de nuestro sistema democrático. Que mejor reflejo interno de lo anterior,
es la altísima abstención de los miembros activos en la aprobación final de
nuestros estatutos. No sería por tanto, natural esperar que un movimiento
nuevo, fresco y joven mostrara nuevas realidades en torno al tema de la
participación.
¿Somos distintos?, ¿Estamos haciendo las cosas bien en
términos de nuestro espacios de participación?, ¿estamos permitiendo la
expresión amplia de todas las opiniones, sentires y pareceres de la diversidad
de los miembros de RD?, ¿estamos generando innovadoras formas o expresiones
nuevas para el desarrollo de la participación política?...
Creemos definitivamente que no, porque si bien es cierto
nuestras prácticas son mucho más frescas y abiertas que la mayoría de los
mecanismos que utilizan del resto de las colectividades políticas
tradicionales, no estamos dando cuenta de la creación de espacios que nos
lleven a ser referentes al momento de querer Revolucionar nuestra Democracia.
Los niveles de participación en frentes comisiones y territorios, así como en
los procesos electorales internos así lo demuestran. Por tanto compañeras y
compañeras, no da esto para referir lo anterior como una crisis definitiva,
sino que más bien para entender, que de lo tradicional poco o nada se hace
recomendable de seguir copiando o “recauchando” en términos de la crisis de
representación que son duda esta caracterizando a la democracia representativa,
que ha regido el devenir de nuestra sociedad occidental los últimos 200 años y,
por tanto, debemos entender que estamos empezando nuestro tránsito hacia
procesos que deben ser mucho más amplios, líquidos y abiertos en pos de un
sistema político que está aún por construiré y, que en nuestro caso, queremos
aportando a crearlo desde la épica y notabilísima causa, que es querer
Revolucionar la Democracia.
Porque estamos recién partiendo, debemos hoy poner
alerta en torno a estos problemas internos de participación y aportar con
ideas, reflexiones, propuestas y formulas, que ayuden a propiciar una
democracia más participativa, en nuestros entornos cotidianos, comunitarios,
sociales, locales, regionales y nacionales.
De aquí que es válido, preguntarse Quo Vadis RD. . . Hacia dónde vas RD, en
términos de resolver el dilema político, teórico y ciudadano, que hoy
representa la relación, la disputa o la tensión entre la democracia
representativa tradicional y la nueva u necesaria democracia participativa que
debemos impulsar. Que queremos profundizar, cambiar, impulsar o revolucionar en
nuestro actuar político interno y en nuestra acción política con la sociedad
chilena en su conjunto.
Finalmente, en esta presentación queremos
comunicarles, que la redacción del presente documento, recoge la pluma y las
ideas de varios de nosotros y hemos solo tratado, esperamos con éxito, unirlas
de forma coherente para expresar sin censuras y de manera más participativa, la
opinión de todas y todos los compañeros que quisieron aportar a este proceso de
nuestro Congreso Ideológico.
UN PRIMER
PASO EN NUESTRO RECIENTE CAMINAR: LA PARTICIPACIÓN, COMO ELEMENTO CONSTITUTIVO
DE LA DEMOCRACIA.
Queremos asumir y promover una Democracia comprendida como
aquella fuerza constituyente de la idea misma de Estado, entendiendo que ese
proceso de construcción es permanente. De igual forma queremos una democracia
que le de sentido y legitimidad a nuestras relaciones. Queremos una democracia
en la que seamos capaces de reconocernos, a nosotros mismos y a nuestra
comunidad.
Soñamos una democracia que viva en nuestras acciones, en
nuestra experiencia cotidiana. Una democracia nuestra y limpia,
esplendorosamente desnuda, fiel y fecunda, que por propia y querida será
cuidada por todos y cada uno de nosotros -y cuidará ella misma de- nuestras
hijas, hijos y nuestros nietos.
La revolución a la que aspiramos, en este sentido, pasa por
poner en acción una permanente actualización de los principios, modelos,
mecanismos e instrumentos que nos permitan potenciar el ejercicio de la
ciudadanía, en tanto soberanía ciudadana.
Pensamos también en una democracia que asume y profundiza
el compromiso con prácticas concretas que se van internalizando
progresivamente, hasta hacerse constitutivas de nuestra identidad, lo que nos
permite caracterizarla como una democracia cultural. Concebimos este cambio,
esta revolución, a partir de la "revolución de sí mismo”, de la acción
transformadora sobre nuestras propias vidas, de modo de alcanzar en este
proceso -que es al mismo tiempo personal y colectivo- una democracia que se
manifieste ya no sólo como discurso, sino como verdaderas prácticas culturales,
como un modo de vida que nos permite democratizar nuestra experiencia de lo
cotidiano.
En este sentido, queremos asumir el principio de la
Participación, como un valor permanente de todos nosotros. Participación que no
se limite al ejercicio periódico del voto, sino que inspire nuevas formas de
relaciones cotidianas, que ayuden a construir una democracia social, siendo
conscientes de nuestra historia reciente afirmando que la reflexión sobre esta
nueva democracia, surge inspirada por los movimientos sociales que, desde el
2006 y con mucha decisión a partir del año 2011, han puesto en crisis el estado
actual del país a partir de poner en la primera línea del debate preguntas
sobre la educación, la regionalización, los conflictos medioambientales y el
necesario debate entre la evolución de una democracia representativa a una
democracia más participativa.
Aspiramos a una nueva forma de apropiarnos del destino de
nuestros barrios, de nuestras ciudades y regiones, de nuestro país. Esta
apropiación busca potenciar una percepción de "profundidad de campo”, que
complejice nuestros análisis, desde nuestras percepciones, hipótesis, pero por
sobre todo trabajo en terreno, entre nuestros pares y los otros cientos de
actores que componen el tejido social, de manera de reconocernos como
"legítimos otros” , en el ejercicio compartido de la participación,
permitiendo reconocernos a nosotros mismos, a la comunidad, como un fondo que da sentido, acompaña y conduce nuestras
prácticas participativas y los procesos de representación que impulsemos.
En consecuencia, debemos asumir que la sociedad
civil constituye el patrimonio sociocultural de la democracia. Ella se opone al totalitarismo de Estado y al totalitarismo del
mercado. La sociedad civil, en cuanto expresión de la ciudadanía organizada y
participativa, es un espacio de pluralidad política, religiosa e ideológica.
Por ello debemos considerar a la sociedad civil como una fuerza ética,
profundamente identificada con los derechos humanos, capaz de controlar los
abusos de poder y a la vez contribuir, desde a diversidad de nuestra sociedad,
especialmente desde el mundo popular, a definir los objetivos y la acción del
Estado, que nos permita transitar desde una democracia representativa a una
democracia cada vez más participativa.
LAS TRES
REVOLUCIONES A TENER PRESENTE EN ESTE CAMINO REVOLUCIONARIO DEMOCRÁTICO
Nuestro desarrollo y crecimiento como Movimiento Político, se
debería sustentar en Tres Revoluciones, como paradigmas de nuestros principios
en materia de Participación Ciudadana:
E3 Una
comunidad que se proyecta en el Estado:
Los diagnósticos que hemos esbozado sobre la realidad
política y social de nuestro país son, hasta ahora, convergentes. El sistema
político y su modelo de desarrollo no ofrecen posibilidades legítimas para la
realización de todas las personas por igual. La crítica involucra la crisis de
representatividad, la carencia de espacios de participación, la concentración
geográfica del poder, la distribución extremadamente desigual de la riqueza,
los dispares filtros de acceso a derechos básicos como salud, vivienda o
educación, entre muchos otros, así como sus injustas diferencias cualitativas.
Desde este diagnóstico como punto de partida, reconocemos
que la reunión de los seres humanos en comunidades es el antecedente fundador
de los sistemas de organización social, los que han adquirido variadas formas a
través de la historia. Cada uno de esos modelos respondió a su época y a las
condiciones de vida y experiencia de esos grupos. En nuestro caso,
identificamos en y desde nuestra historia la intención de construir un Estado
como estructura político-jurídica, social, económica y cultural para organizar nuestras
existencias.
El Estado chileno ha sido construido y definido,
por cierto, a través de una historia de solidaridades y también de conflictos
entre los diferentes grupos que participamos de él. Y destacamos esta doble
perspectiva, ya que no nos son indiferentes los conflictos de poder entre los
diferentes grupos que constituyen nuestra sociedad, y también reconocemos las
deudas para seguir integrando a sectores que históricamente han sido ignorados,
reprimidos o violentados en el pasado y, en muchos casos, aún hasta el día de
hoy. Pero también nos reconocemos en la solidaridad, en la generosidad y en los
sueños de aquellos hombres y mujeres que han contribuido con sus lágrimas y
sonrisas, con sus sueños y esperanzas, a movilizar una y otra vez una consciencia
y una voluntad por construir un mundo mejor para todos y cada uno de nosotros.
Esa historia también es nuestra historia.
Una posible perspectiva para la comprensión del siglo XX
chileno puede ser aquella que describe el proceso inaugurado con la Constitución
de 1925 e interrumpido por el golpe de estado de 1973 y la posterior dictadura
cívico-militar, como un proceso basado en dos aspectos fundamentales: la
búsqueda progresiva de la construcción de un sistema democrático -signado por
cierto con sus desvíos, sus desviaciones, sus tropiezos- y el de un esfuerzo
nacional por alcanzar progresivamente mayores grados de justicia social.
Comprender la perspectiva de ese doble esfuerzo histórico
como parte de un proyecto nacional, de democracia y justicia social, ayuda a
aquilatar la profundidad del quiebre histórico encarnado en la mañana de ese
martes 11 de septiembre, y los diecisiete años posteriores de dictadura y
horror. Así, un autor como Garretón llegará a decir que:
"No hay futuro para Chile si no hay una re-laboración
colectiva de su pasado, porque los países son su historia y el modo como la
asumen frente a las nuevas circunstancias que esa misma historia y otras
historias van creando. [...] Como país, nuestras vidas y la de nuestros hijos y
nietos, no existen sin referencia al hito fundante de nuestra época: el golpe y
la dictadura militares y sus legados”.
Ahora, en el contexto de nuestro tiempo presente, nos
resulta necesario y urgente que desde la ciudadanía el Estado vuelva a ser
pensado, comprendido como mediador, garante y facilitador de una serie de
derechos que constante y dinámicamente estamos definiendo como fundamentales
para nuestro pleno desarrollo como seres humanos.
Deseamos reconocer en la soberanía popular, es decir, en la
reunión y el diálogo de todas las soberanas y soberanos - no solo de la calidad
jurídica de ciudadanas y ciudadanos - la fuente de soberanía del Estado. Y a la
vez, necesitamos recordar permanentemente que este Estado es un concepto y una
experiencia en permanente re-definición, en evolución, tratando de alcanzar
formas que den una mejor cuenta de las necesidades y esperanzas del pueblo que
lo constituye como origen y también como sentido.
No creemos en un modelo de Estado definido de un modo
estático, cerrado e idealizado, elevado a un estatuto de verdad revelada que
termine consolidando las injusticias que permanentemente detectamos en la vida
social, o que pueda ser cooptado por alguno de los grupos que lo conforman para
terminar siendo utilizado como una herramienta de discriminación, de
segregación o de naturalización de las desigualdades en favor de pequeñas
minorías.
Reconocemos que las complejidades del mundo que nos toca
habitar obligan a buscar mecanismos de administración, regulación y
representación para permitir el pleno desarrollo de nuestras vidas al interior
de esa imaginada comunidad que llamamos Chile.
Pero nos rehusamos a aceptar el estado actual de las
instituciones que definen nuestra democracia.
Por más complejo que parezca el esfuerzo, necesitamos
volver a pensar en el origen y expresión del derecho soberano, de las
instituciones de gobierno y de los mecanismos que mantienen viva la relación
entre esos órganos de representación, así como la responsabilidad que importan
los derechos y deberes de cada uno de nosotros, en tanto ciudadanos y
ciudadanas.
E3 La Democracia, entendida como una Experiencia Cotidiana:
A toda definición política subyace una dimensión ética que involucra una concepción particular del ser humano, del tipo de relaciones sociales que son públicamente aceptables y de las reglas o lógicas que ordenan dichas relaciones.
Si esta premisa es aceptada por nosotros, no es factible
pensar un proyecto político y transformativo si no son cuestionadas las
concepciones básicas sobre las que el actual modelo se funda. Esto es,
pensarnos a nosotros mismos como parte de un proyecto político transformativo
radical.
Por lo tanto, escoger ese camino de transformación radical
es escoger ningún camino pre-definido. La metáfora del caminante que hace camino
al andar nunca fue más apropiada para describir un momento político como el
actual.
La transformación de la que hablamos alcanza, entonces, los
límites del contrato social y tiene la pretensión explícita de refundarlo. Pero
en otro sentido, la transformación política es cultural y su horizonte solo
está limitado por nuestro lenguaje y nuestras acciones.
En este sentido, pensamos el Estado como la proyección de
un ejercicio de democracia social y cultural ya que, como se ha dicho, se funda
en la participación permanente de todos nosotros. Participación que no se
limita al ejercicio periódico del voto, sino que inspira nuevas formas de
relaciones cotidianas, por eso decimos que es una democracia social. Y también
social porque tratamos de ser conscientes de nuestra historia, y recordamos que
la reflexión sobre esta nueva democracia surge inspirada por los movimientos
sociales que, desde el 2006 y con mucha decisión a partir del año 2011, han
puesto en crisis el estado actual del país a partir de poner en la primera
línea del debate preguntas sobre la educación, la regionalización o los
conflictos medioambientales.
Pensamos también en una democracia que asume y profundiza
el compromiso con prácticas concretas que se van internalizando
progresivamente, hasta hacerse constitutivas de nuestra identidad, de nuestras
acciones y prácticas cotidianas, lo que nos permite caracterizarla como una
democracia cultural. Concebimos este cambio, esta revolución, a partir de la
"revolución de sí mismo”, de la acción transformadora sobre nuestras
propias vidas, de modo de alcanzar en este proceso -que es al mismo tiempo
personal y colectivo- una democracia que se manifieste ya no sólo como
discurso, sino como verdaderas prácticas culturales, permanentes, diarias,
habituales, en una frase: como un modo de vida que nos permite democratizar
nuestra experiencia de lo cotidiano.
Aspiramos a una nueva forma de apropiarnos del destino de
nuestros barrios, de nuestras ciudades y regiones, de nuestro país. Esta
apropiación busca potenciar una percepción más profunda, de nuestras
aspiraciones, necesidades y aspiraciones colectivas, como sustento del respaldo que damos a nuestros representantes,
pero que a la vez nos haga conscientes y nos permita, reconocernos a nosotros
mismos, a la comunidad, a los soberanos reales de la democracia, como un fondo
que da sentido, acompaña y conduce esa participativa
representación.
Para construir esta democracia participativa, integrada,
representativa a la vez que responsable, es fundamental relevar y resaltar
estrategias, prácticas y mecanismos que permitan concretar este objetivo.El Pensar y desarrollar a la Democracia Participativa, como un Proceso Permanente de Educación Ciudadana:
Consideramos que en el imaginario de la ciudadanía, la
transición como proceso y etapa histórica simplemente ya no sirve.
Ha agotado sus posibilidades de dar cuenta de la realidad y ha fracasado en su
promesa de construir una sociedad mejor.
No queremos caer en simplificaciones que nos lleven a juzgar irreflexivamente el contexto histórico que determinó las características del periodo que siguió a la dictadura. Por el contrario, creemos firmemente en la necesidad de volver a considerar los hechos, hasta comprenderlos del modo más integral posible, superando el déficit de información y educación cívica, necesarios para entender y comprender en un contexto histórico y de futuro, el desarrollo y consecuencias que han tenido estos procesos, en nuestras formas de vida actuales, marcadas por un fuerte individualismo, falta de cultura política y preocupantes y crecientes niveles de una baja participación de la comunidad en los procesos de su entorno cotidiano y de las decisiones democráticas que marcan o definen el devenir del país.
Es por tanto necesario, redefinir las nociones de
democracia y participación entre nosotros, comprendiendo tanto su dimensión
social y cultural. En consecuencia, el proyecto de país que comenzamos a
delinear entre todos, que intentamos soñar juntos, implica transformaciones que
exigen de todos nosotros comprender estos déficits, compartir más información,
saber más, comprender más y aprender más, día a día.
La democracia que vislumbramos como proyecto nacional,
tiene una característica particular que deseamos relevar en este documento de
trabajo para ser compartido, pensar una nueva democracia que se funde sobre un
proceso permanente de educación ciudadana y de manera participativa. Queremos
decir que la democracia misma la comprendemos aquí como un proceso de formación
permanente.
Pero es necesario aclarar tres consideraciones, para
expresar el sentido que nosotros reconocemos detrás de esta idea:
• En primer lugar, la democracia a la que aspiramos
la hacemos todos, y entre todos. La ciudadanía es por cierto una condición
inherente a cada ciudadano y ciudadana, pero su ejercicio no es una capacidad
que se desarrolle espontáneamente. Por un lado, requiere de ese proceso en el
que nos completamos gracias a la presencia del otro, a la experiencia del otro.
A la socialización y la participación dentro de las dinámicas de nuestra
comunidad. Por otro lado, demanda la capacidad de encarnar consciente y
activamente, participando y activando nuestro rol de constructor de la
sociedad.
•
Además, es
necesario recordar que estas comunidades no son espacios abstractos, homogéneos
e ideales. Las comunidades a las que pertenecemos están conformadas por grupos
que reconocen -y defienden- sus propios intereses. Y al decir esto, asumimos
que algunos miembros de nuestra comunidad, algunos miembros de la sociedad, no
están interesados o de acuerdo con que otros ejerzan esta democracia.
• El proceso de participación democrática que proponemos como identidad para nuestro movimiento debiera considerar entre sus objetivos centrales el identificar las características de cada territorio como nivel de acción local. Desde ese reconocimiento, podrá a la vez trabajar en potenciar las propias prácticas democráticas, y a la vez intentar articular relaciones fluidas con aquellos ciudadanos que -por diversas razones- han visto disminuida su capacidad de ejercer ese poder, ya sea por dificultades materiales o porque ignoran o no identifican en ellos mismos esa potencia originaria.
Estas definiciones buscan fomentar el empoderamiento de la
ciudadanía, en un proceso de educación política y cívica permanente, para hacer
que comprendamos y nos comprometamos con la corresponsabilidad que nos cabe en
la acción y discusión pública, aquí el ejercicio de diferentes mecanismos de
participación de dan sentido y crean conciencia de derechos, deberes y prácticas
afines, para construir una real democracia participativa, tanto en el ámbito
comunitario local como en el de una acción política de alcance nacional. En
este sentido, otro de los objetivos de la educación ciudadana, comprendida como
la comprendemos aquí, es el de re-encantar a la ciudadanía con lo político,
redescubriendo el poder soberano del actuar ciudadano.
Nos parece muy relevante agregar, además, que en esta
propuesta la educación no es comprendida como un proceso vertical, de arriba
hacia abajo, o que suponga una relación de abismal separación entre los
"sabios” y los "ignorantes”. Pensamos más bien en un proceso
horizontal, que circula en todos los sentidos y que se alimenta mutuamente.
Pensamos a un/a adherente de Revolución Democrática como alguien que entiende y asume la responsabilidad de aprender cada día más, y de poner a disposición de sus vecinos aquella información ausente de la experiencia cotidiana de la ciudadanía. Pero ello no implica sólo transferencia de contenidos, sino que además la capacidad de escuchar a su contexto local -barrio, junta de vecino, espacio laboral, etc. - y de incluir en el debate esos aportes.
Revolución Democrática debería definirse, precisamente, por
reconocer la capacidad crítica y de razonamiento en la ciudadanía, siempre,
como se ha dicho, desde una relación horizontal y nunca vertical.
Entendemos la educación ciudadana no como
adoctrinamiento, sino que como una práctica de pedagogía democrática permanente
que implica un intercambio de informaciones, definiciones y puntos de vista a
partir de los cuales los ciudadanos tendremos libertad para decidir,
pero a la vez de participar en la construcción colectiva de lo social lo
comunitario y el espacio de lo público en sus diferentes esferas.
ALGUNAS
REFLEXIONES RECOMENDABLES, EN EL PROCESO DE DEBATE IDEOLÓGICO, EN TORNO A
NUESTRO ACCIONAR REVOLUCIONARIO EN DEMOCRACIA Y EN TORNO A LOS DESAFÍOS
POLÍTICOS QUE TENEMOS COMO MOVIMIENTO.
E2 En torno a la Democracia
Desde el origen de la democracia moderna, se ha pasado por
estadios diversos, entre ellos la democracia censitaria, que discriminaba en
base al poder económico y la propiedad terrateniente entre hombres, únicos con
derecho a voto, al producirse el cambio que implicó la participación de las mujeres
y de los sectores marginados, generó el cambio a la democracia representativa.
El carácter representante abrió espacios de participación que se desarrollaron
en el tiempo, pero el carácter elitista de la cúpula que dirigía los poderes
del Estado se ha mantenido y exacerbado hasta nuestros días, si bien han
existido intentos de cambiar esta realidad a lo largo de nuestra historia, han
sido suprimidos por la fuerza, la violencia y el exterminio, generando procesos
de reconstrucción lentos, de fuerzas sociales que han ido asimilando los
errores cometidos como parte del proceso histórico, en una memoria colectiva
que está actualmente dentro de un ciclo de despertar, de toma de conciencia y
de paso a la acción y a la protesta.
Este es un fenómeno que no es para nada exclusivo de Chile,
sino que es un fenómeno de carácter global.
La democracia representativa tiene como fundamento esencial
que el representante una vez elegido, tiene un margen de acción y autonomía
absoluto, durante el periodo de tiempo por el cual fue elegido, no informa ni
responde de sus decisiones ante una base inexistente, por el nulo diálogo
efectivo y real entre ellos, visto esto dentro del contexto del sistema en su
conjunto y las exigencias y responsabilidades efectivas que se le imponen al
representante, el único reproche político se produce al momento de la
reelección y los únicos procesos de responsabilidad política se producen en los
procesos ante ilícitos manifiestos.
E3 En Torno a la Representatividad
Las conquistas sociales que se han logrado, en base a la
acumulación de fuerzas sociales y políticas a lo largo de la historia de
nuestro proceso democrático, han ido quedando como recuerdos, en donde el
ejemplo más claro es la actual constitución que nos rige y consagra derechos corporativos
y privados para realizar negocios con las necesidades sociales, por sobre los
derechos sociales de las personas.
La incorporación de la participación soberana directa del
pueblo es una aspiración sentida del nuevo ciclo político en el que nos movemos.
La crisis de representatividad se manifiesta en un descontento dentro de un
proceso de protestas, que exigen cambios, pero no han generado herramientas ni
modelos alternativos para la solución de los conflictos que genera la crisis de
representatividad. La fuerza social emergente plantea reivindicaciones, y
dentro de este contexto va surgiendo un germen de conciencia de exigir el
derecho de la inclusión y participación efectiva de un pueblo que por derecho
es soberano y detenta el verdadero poder político en el que se sustenta
teóricamente la representatividad.
E3 En Torno a la Asamblea Constituyente
El primer paso dentro de esta toma de conciencia social, lo
conforman los procesos de movilizaciones sociales, el segundo paso está
constituido por el trabajo de la avanzada política de sectores ciudadanos que
ha detectado un camino de solución frente a un problema concreto; el cambio de
constitución vía Asamblea Constituyente (AC).
El surgimiento de la conciencia de un cambio de paradigma,
la creación de herramientas políticas y la necesidad de un modelo alternativo,
es el proceso en el que estamos transitando. No existe una conciencia social
nacional del tema, dado que el germen del nuevo paradigma ha surgido y se está
creando e inventando en este momento, por lo tanto no existe, ni está
socializado, siquiera dentro del componente revolucionario activo que lucha por
la idea de una AC
La demanda por una AC abre esta arista de creación de una
democracia participativa y directa. Es un proceso que aún no existe en nuestro
contexto país, pero que debe imaginarse, que está en formación, buscando las
formas para hacerse realidad y que entra en contradicción con la forma en que
las cúpulas están acostumbradas a ejercer el poder.
Para que la comunidad, el pueblo, pueda llegar a
consolidar una situación diferente en el futuro basada en la soberanía popular,
se requiere inventar nuevas formas de participación colectiva. Es un proceso
cultural y político.
E3 En torno al Rol del Estado - Comunidad
Para que la comunidad se vea reflejada en los órganos que dicen representarla y se sienta realmente proyectada socialmente en el Estado, se requiere crear una experiencia política y social en base a una democracia entendida como una experiencia cotidiana.
El reencuentro de la comunidad en la solución de sus
problemas sociales, asumiendo ella misma la responsabilidad del cambio, es
parte del nuevo proceso cultural. La responsabilidad del Estado con la
comunidad requiere la generación de procesos permanentes de educación ciudadana,
de manera de generar con el tiempo procesos cada vez más responsables por parte
de la comunidad en la creación de los procesos públicos sociales.
El En torno a los Mecanismosde Participación
En este sentido los procesos meramente formales de
participación ya no tienen espacio de legitimidad para seguir perpetuándose
dentro de un nuevo paradigma de democracia participativa y directa. Los
espacios de consultas impositivas de procesos técnicos que sin hacerse
responsables de la educación de las masas en los mismos, exigen su presencia
formal para validar en procesos breves y acotados de tiempo; la legitimación de
políticas públicas que no tienen un origen en la deliberación y participación
real y efectiva de las masas; están cargados con un componente de ilegitimidad
y falta de diálogo y consenso con la comunidad, que se ve reflejada en la
legalidad que va construyendo la experiencia cotidiana del pueblo.
Al no existir una verdadera soberanía popular; ni
reales y efectivos procesos participativos asumidos como responsabilidad del
Estado para con la comunidad, la democracia representativa va mostrando todas
sus contradicciones ya que no permiten al pueblo actuar en igualdad de
condiciones en la esfera pública, y sin ese elemento no es concebible una
democracia real, enmarcada dentro de las demandas de democracia participativa y
directa por parte del pueblo.
Algunas recomendaciones y comentarios necesarios, desde las
últimas contingencias internas, para expresar cómo estimamos se puede llegar a
la Democracia Participativa-Directa en nuestro Movimiento
Para poder hacer el nexo real entre la democracia participativa y el paso a una democracia participativa y directa se requiere crear nuevas formas y herramientas de representación. Los elementos, en disputa se encuentran expresados en la contradicción entre el carácter de la representación como tal y las vocerías. Superar esta contradicción implica mantener los elementos positivos de ambas instituciones y suprimir los negativos, reformulando en unidad ambos elementos para crear una nueva relación política, los dos elementos más puros y en contradicción esencial, están representados por la contradicción entre la representación política y las vocerías.
Las vocerías implican un diálogo directo con las bases,
pero tiene el inconveniente que el mandato, dado al vocero, tiene que
refrendarse continuamente con la bases dentro de los procesos de negociación
política, lo que retarda y le quita dinamismo a una actividad que está
presionada por tiempos que muchas veces no dependen de ella misma.
Si a las vocerías se le incorporan algunos elementos de
representación, el fenómeno cambia. Las bases establecen un mandato y con ello
un límite y un margen acotado de responsabilidad al vocero, mandato dentro del
cual este se puede mover libremente, otorgándole las facultades de llevar
adelante los procesos de negociación. Entonces se amplía la base de
responsabilidad colectiva e individual, ya que, son las bases las que
establecen los términos dentro de los cuales el vocero representante puede
maniobrar.
Luego, si el vocero representante se sale de esos límites y transgrede el mandato otorgado, el proceso revocatorio debiera tornarse automático, una vez constatada empíricamente la transgresión. La legitimidad de su actuar está determinada por el respeto a la voluntad soberana que representa, así mismo un acuerdo llevado dentro de los límites del mandato obliga y hace responsable directamente a la comunidad o a las bases de lo construido, lo que implica el respeto de una voluntad colectiva que se construye colectivamente.
Estos procesos no son únicos sino permanentes, por lo que
las mejoras en base a la experiencia siempre son posibles de realizar, no hay
nada que no se pueda discutir o replantear nuevamente, lo que le va dando un
carácter cada vez más líquido a los
procesos. Siendo estos procesos prácticos parte del proceso educativo con que
las masas van adquiriendo la experticia para solucionar sus problemas sociales,
es decir el error es una posibilidad dentro del proceso de aprendizaje social.
El Respecto de los Estatutos
Este carácter no se encuentra definido en los actuales
estatutos y tampoco en los antiguos, sin embargo se encuentra implícito
faltando sólo el acuerdo político colectivo a la interna, para darle una
definición concreta y de aplicación inmediata.
La legalidad de los estatutos permite ese margen de acción,
y llegar a un consenso político colectivo en orden a definirlos como forma de
acción política, aliviando de las bases el continuo desgaste de la coyuntura y
la política nacional, y dotando a los coordinadores de un margen para tomar
decisiones, que esté enmarcado en el respeto de un mandato dado por las bases
que representan.
Este cambio en la relación política, es una obligación y
una responsabilidad en el que se entiende el carácter de la revocación, que
como principio hemos levantado pero que no ha tenido aplicación práctica
alguna.
En este sentido revolución democrática como fenómeno
político es observado con atención por parte de la comunidad que espera ver el
verdadero carácter que asume el movimiento dentro de la actual coyuntura, al
ser un actor político que asume una responsabilidad.
Pero, ¿en qué decanta finalmente en la realidad, si es que
somos subsumidos por los actores y las formas tradicionales de la democracia
representativa y sus modelos existentes de representatividad?. Necesitamos
crear una dinámica que se diferencie de esa oferta política, haciendo realidad
en lo cotidiano los principios que se van construyendo del nuevo paradigma de
democracia participativa y directa, asumiendo en nuestro actuar en el ahora a
la interna, los principios y los sueños que queremos desplegar en la
construcción de una revolución democrática de cara al nuevo ciclo político.
Soñar un nuevo modelo democrático y proponer un modelo a
seguir por parte de la comunidad, implica un trabajo efectivo de
retroalimentación con los actores sociales, esa retroalimentación introduce una
variable de indeterminación, ya que esa retroalimentación debería perfeccionar
todos los modelos que estamos construyendo actualmente desde los espacios
generadores de propuestas. Es decir, nuestras propuestas y la generación de las
mismas no pueden considerarse como productos finales a ofrecer a la comunidad,
sino que deben perfeccionarse en base a lo que las bases y la comunidad pueda
aportar, en procesos colectivos de participación, lo que es un apostolado de
educación inmediata hacia las masas y de toma de conciencia social, que es
parte del trabajo que hay que realizar, y que la comunidad desde su propia
experiencia puede y debe aportar, como debe ser el caso de soñar y crear
mecanismos efectivos e innovadores para por ejemplo, la asamblea constituyente,
siendo este proceso es un desafío teórico y práctico.
Estamos conscientes que los errores cometidos están
enmarcados dentro de un contexto no socializado dentro del movimiento y por lo
mismo las críticas al proceso apuntan a su solución en el futuro y a la toma de
conciencia, más que a tratar de invalidar el proceso en sí. Es por ello que, en
esta instancia y desde esta coyuntura es el congreso ideológico un espacio de
reflexión interna oportuno para socializar estos temas.
E3 Procesos Internos RD
Para una participación convocante y masiva, los mecanismos
importan, y la manera en cómo se presentan las propuestas de debate y de voto
son esenciales para la internalización de los contenidos y el aprendizaje
sostenido de éstos.
No obstante, si se exige como responsabilidad de todos los
militantes el manejo técnico de las propuestas de debate y el manejo experto
del contenido de lo que se vota, (sábana de propuestas), sin asumir también y
en forma conjunta la responsabilidad de capacitar y formar a los militantes en
el manejo efectivo de estos temas; se reproduce una participación pasiva,
observable en una presencia formal del militante frente a procesos que los
consideran, pero que no les permite participar en igualdad de condiciones.
La igualdad de condiciones se vincula a la educación y
formación del movimiento para con el militante, para exigir legítimamente la
responsabilidad del militante en la participación y votación, tal y como
sucedió con los estatutos.
El obviar que el proceso termina en un empate real, en
donde las fuerzas internas están divididas entre en 52 % de participación y un
48 % de abstención, implica no reconocer que la disputa interna está
equilibrada y empatada, por lo que un quórum de aprobación para un elemento
constitutivo del movimiento requiere niveles superiores de consenso y
aprobación para considerarse legítimos, la validación y legitimación, en base a
los modelos clásicos de quórums, esto es el 50 + 1 y criterios que son parte de
los modelos clásicos de la democracia representativa, no consideran una base
más amplia mínima de consenso colectivo en la discusión y aprobación de lo que
viene a ser nuestra constitución, es decir esta es la forma en que llevamos a
cabo nuestro proceso constituyente, si lo enmarcamos dentro de nuestra
propuesta, si a la interna no somos capaces de hacer un esfuerzo por tomar
conciencia de los problemas que estamos reproduciendo de los modelos clásicos
de la democracia representativa, iremos pues, reproduciendo el modelo clásico
constantemente en otras áreas, reproduciendo así mismo todos sus defectos
formales. Aparece aquí, a nuestro juicio, como anacrónico seguir pontificando
paradigmas como lo son el 50%+1.
La responsabilidad y participación es del militante con el
movimiento y del movimiento con los militantes, en donde la formación y la
educación permanente es uno de los principios que esta comisión sustenta como
base de la soberanía popular y que el movimiento debe asumir si quiere
legitimar procesos y llamar a la participación de sus miembros.
El Lista cerrada bloqueada.
En este sentido la generación de voluntad soberana del
movimiento está en entredicho con el concepto de anteponer un programa como
fundamento para validar otro elemento con el que estamos en desacuerdo, nos
referimos a la incorporación de la lista cerrada bloqueada.
Uno de los buenos elementos que tienen el movimiento en la
generación de voluntad soberana es el mandato que emana de los congresos, que
establecen límites dentro de los cuales los dirigentes pueden moverse, otro
elemento existente que ha sido probado como exitoso en la construcción de
voluntad soberana ha sido la integración de listas, el concepto de táctica dinámica
y de construcción permanente implica que el desarrollo futuro de las acciones
políticas que desarrolla el movimiento ha sido construido en diálogo permanente
con las bases.
No existe un programa unilateral impuesto a priori
para determinar el curso futuro de acción, ha sido un consenso entre posiciones
opuestas, visiones diferentes, que ha creado una tangente de cosas que no
corresponden exactamente a lo propuesto en forma íntegra por las posiciones en
contradicción. Si bien el proceso puede resultar para muchos algo desgastante,
el resultado no ha sido la imposición de una mirada lógica unilateral y ha
implicado un devenir fortuito y de carácter impredecible dentro del contexto de
la coyuntura en la que nos hemos movido.
El concepto de voluntad colectiva cabe dentro de la lógica
de la lista integrada, creada dentro del actuar de la democracia participativa
y directa, es un elemento de indeterminación, un principio de incertidumbre, lo
que es sano en la medida que no existe ningún actor ni individual ni
parcialmente colectivo que posea una bola de cristal, ni el poder para
manifestar por sí mismo la conducción de la voluntad soberana colectiva.
Eliminar este factor de la ecuación implica retroceder
hacia los modelos clásicos de la representatividad, corriendo el margen de
acción hacia un carácter impositivo y jerárquico de la acción colectiva, y que
conduce hacia un camino probado dentro de la historia de la izquierda en el
mundo hacia autoritarismos personalistas, siendo esa tendencia estructural de
ciertos procesos en la izquierda, los que han desembocado en la desaparición de
los sistemas que se basaban en el bien común como principio, sin adecuar este
fin a la construcción colectiva de la voluntad soberana, libre y empoderada
para elegir el mejor destino de la comunidad.
La voluntad colectiva se ha construido hasta el momento en
el movimiento siguiendo en forma espontánea estos principios, no en forma
perfecta pero en consonancia con un alma o espíritu colectivo, que nos hace
sentirnos erredianos.
Por lo mismo planteamos que la integración de posiciones
diversas y el debido espacio para que las minorías se vean representadas en la
voluntad colectiva y en la construcción de los procesos políticos colectivos,
es un valor en sí mismo, que debe ser resguardado por las formas
institucionales que nos dotemos, por lo mismo hacemos un llamado al movimiento
a meditar sobre este asunto y a reencontrar una fórmula legal que permita en el
futuro modificar el reencuentro de la integración en la conformación de listas
para ejercer la dirección del movimiento.
Hemos introducido los elementos básicos y fundamentales que
como comisión creemos que deben socializarse a la interna y los proponemos para
su difusión, debate y conocimiento del movimiento a través de este documento
presentado para efectos del congreso ideológico.
Esperamos que la posición de la comisión pueda ser
comprendida, en fraternidad, transparencia y respeto, esperando que esta
oportunidad de diálogo genere el interés de los militantes en la incorporación
al trabajo que estamos desarrollando, que implicará un fuerte trabajo con la
comunidad y la creación de modelos replicables a nivel territorial estando
actualmente abocados en lo que denominamos las jornadas de activación para la AC,
fruto de la creación de estos pilotos participativos, que esperamos generen los
modelos replicables para la activación a nivel local, y la toma de conciencia
progresiva de la importancia de la Constitución en el desarrollo de la vida
cotidiana de las personas y por ende la importancia de la necesidad de su
cambio a través de la AC, motivando a las personas a ser parte del proceso de
activar a más individuos dentro de nuestra sociedad en pos de un cambio
constitucional vía un proceso participativo amplio y democrático.
Nuestra Reflexión Final
Apostar compañeros, por la llamada política más innovadora
y convocante del proceso político nacional, respondiendo al llamado de Revolucionar la Democracia, nos parece que
es sin lugar a dudas la más llamativa propuesta del escenario político nacional
de los últimos 45 años.
Atreverse a concretar desde la lógica "movimientista”
de las movilizaciones estudiantiles del 2006 y del 2011, un movimiento político
no puede, describirse de mejor forma poniendo énfasis en la lógica
participativa de este desafío y de los que tenemos por afrontar, como lo hizo
nuestro compañero Giorgio
Jackson en nuestro Congreso Nacional
del 2012:
"Todos quienes compartiremos este relevante
pedacito de historia, en este Congreso fundacional, estamos unidos por la
convicción profunda de que el año pasado fue el momento de decir ¡ya no más!, y
que este año es el momento de comenzar a darle expresiones políticas a ese
descontento. Quienes estamos aquí, no queremos seguir "padeciendo” las
políticas, sino construirlas colectivamente. Entonces el desafío está en ser
creativos y leer Chile más allá de Dictadura o No Dictadura, de Estado o
Mercado. El desafío está en revolucionar todo lo necesario para lograr un Chile
más justo, armónico, integrado e igualitario. De allí que repitamos, y sigamos
repitiendo, que hay que #crear para creer. Pero ojo, no sólo debemos leer Chile
de otra manera, sino que debemos reescribirlo ¿y cómo se reescribe un país? ¿Cómo
se redefinen las reglas del juego en un país que se rediseño en Dictadura,
colocando candados por todos lados para proteger un modelo económico
neoliberal, sumado a una institucionalidad conservadora, carente de cualquier
tipo de participación? Uno de los resultados de nuestro referéndum
programático, es que creemos que no se puede escribir de otra forma que no sea
con la participación de todos los chilenos y chilenas tanto en el territorio
nacional como en el extranjero, mediante un proceso de Asamblea Constituyente.”
En estas palabras, creemos se reflejan los anhelos de hacer
desde la política, una nueva vía, un nuevo camino, entre todos y de manera
participativa y sin exclusión, la realidad de un nuevo Chile a partir de la
Revolución de nuestro Sistema Democrático. Es posible, solo tenernos que
"crear para creer”, y para que de manera innovativa nuestros procesos
participativos, hagan que las altas abstenciones, sean la norma de nuestros
procesos políticos internos.
Se puede compañeros, aceptemos las reglas que nos hemos
dado sin transgredirlas, pero no las pontifiquemos como los procesos que nos
están haciendo más fuertes. Seamos realistas, no nos están haciendo más
fuertes, sino que al parecer nos están fraccionando, no solo en lotes, sino que
en dos grupos: los que participan y los que no lo hacen porque no se sienten
representados. Entendámoslo, algo estamos haciendo mal y los debemos corregir,
entre todos.
Partamos haciéndolo desde nuestra democracia interna,
dejando de lado justificaciones que solo apelan a las contingencias y
"urgencias de los tiempos políticos” y la utilización de las tradicionales
y cada vez más obsoletas formas de representación y ejercicios democráticos
tradicionales, que dadas las cifras de participación interna, no están resultando.
Proyectemos nuestras innovaciones y nuestros aciertos y,
hagámonos cargo, de que debemos, en este camino y en este tránsito, optar por
el camino de la democracia participativa, abierta, inclusiva, líquida e
innovadora, en donde nadie sobra, más allá de los pergaminos políticos de cada
cual. Todas y todos somos necesarios y, por cierto, los mecanismos democráticos
en base al paradigma de la participación, es lo que debemos propiciar y
profundizar.
Construyamos la historia teniendo presente que somos
herederos de una tradición democrática que muchos lucharon por fortalecer y
ampliar. Somos hijos de un proceso que empezó a detener y cambiar el Chile
construido a sangre y fuego en dictadura y, por tanto, estamos empezando un
viaje que nos transformará, como Movimiento, en los padres de la nueva
democracia que debemos revolucionar de manera participativa, para que un Chile
nuevo sea posible y como escribe el compañero Elicura Chihuilaf en Nuestra lucha es una lucha por la ternura:
"Somos presente porque somos pasado y sólo por ello somos futuro...”-
Un abrazo revolucionario y participativo compañeras y
compañeros.
Comisión de Participación Ciudadana Revolución Democrática
"Al final de este viaje en
la vida quedarán,
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al
borde del mar.
Al final de este viaje en la vida quedará,
nuestro rastro
invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.
Somos
prehistoria que tendrá el futuro,
somos los anales remotos del hombre”.
Silvio Rodríguez
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